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Acreditación en dique seco

Publicado: 2020-07-05


Las agencias de acreditación en Latinoamérica tienen 30 años con nosotros, y aunque el Perú comenzó más tarde, ya tenemos 14 años de experiencia. Adicionalmente nuestros sistemas de aseguramiento de la calidad han ido cambiando en sus formas institucionales y la distribución de tareas, aunque su objetivo sigue siendo el mismo: contribuir a mejorar la calidad de la educación superior.

Conviene señalar que en el Perú está pendiente aún la adecuación del Sistema Nacional de Acreditación y Certificación Educativa (SINEACE) a la ley universitaria de 2014, pese a que existen varias propuestas relativas al tema. Esta situación retrasa nuestras posibilidades de contar con un sistema de educación superior con instituciones que hayan internalizado procesos de mejora continua.

Para ver cómo hemos avanzado en la acreditación de carreras universitarias de pregrado en el Perú debemos usar dos fuentes de información, la de SINEACE que reporta la actividad de acreditación , y la de SUNEDU que informa sobre los programas autorizados de todas las universidades del país . Y hay que tener en cuenta que SINEACE solo acredita una parte de la totalidad de los programas autorizados. De otra parte, SINEACE reporta el punto en el que se encuentra el proceso de acreditación, es decir si un programa está en la autoevaluación, en evaluación externa o ya se acreditó; la autoevaluación es todavía una etapa incierta que no necesariamente culmina en una solicitud de acreditación; la evaluación externa implica la formalidad de contar con un par evaluador que califica tanto la autoevaluación realizada, como los planes de mejora y el apoyo institucional; la acreditación resulta de la aprobación por SINEACE de lo informado . Para efecto de este artículo agregaremos las etapas de evaluación externa con la de acreditación.

Elaboración F. Figallo

SUNEDU ha autorizado a la fecha 3,268 programas universitarios y SINEACE contabiliza 875 en sus tres etapas de acreditación: un avance de 26.8%, pero si consideramos solo las etapas más relevantes (evaluación externa y acreditación) resulta en 6.8% de avance. Esta cifra puede parecer baja, sin embargo, hay que tener en cuenta el contexto de cambios en el que se encuentra la educación superior desde la reforma universitaria de 2014. Por otra parte, SINEACE debía concentrarse en las carreras de obligatoria acreditación: educación, derecho y ciencias de la salud , y aquí el avance es como sigue, hay 716 programas autorizados por SUNEDU y 294 en sus tres etapas de acreditación: 41% de avance, pero si se consideran solo los de obligatoria acreditación la cifra es 7.8%. Como puede apreciarse hay mucha actividad en este grupo, pero es bajo el número de quienes logran acreditarse (Ver cuadro). 

Observemos ahora cuántas instituciones están involucradas con la acreditación. SUNEDU ha licenciado 92 universidades , y con alguna actividad de acreditación(pregrado, maestría y doctorado) en la lista de SINEACE aparecen 70 distribuidas en todas las regiones del Perú con la excepción de Madre de Dios. De las 46 universidades nacionales licenciadas solo aparecen 25. Esto evidencia una escaza coordinación entre las entidades encargadas de impulsar la educación pública.

Entre las razones de este limitado avance están la debilidad institucional de SIENEACE , y falta de incentivos para comprometer a las autoridades y docentes durante la autoevaluación y apoyar los planes de mejora resultantes. Vale la pena entonces preguntarse qué ha pasado. La acreditación nació como una esperanza para el logro de la calidad en la formación básica y superior, pero de inicio confundió su rol de impulsor y acompañante de los procesos internos para la mejora continua, con el del controlador del sistema. Los primeros modelos de acreditación (2007) pretendían tener información de cada una de las actividades de las instituciones educativas, colocarlos en una plataforma informática y tener un seguimiento en línea de sus resultados; hubo que esperar seis años para tener un modelo más criterial, sin embargo aún en ese momento (2014) SINEACE sostenía que debía ser obligatoria, y condición para entrega de títulos a nombre de la Nación. No ha sido hasta que la ley universitaria separa las funciones de control, encargándolas a la SUNEDU y disponiendo la reforma de SINEACE dándole más claridad al sentido de la acreditación. Lamentablemente SINEACE y las condiciones políticas han impedido desde entonces que podamos contar con la adecuación de este organismo.

En las condiciones actuales es muy difícil pedir a SINEACE que cumpla con sus objetivos. De una parte, los incentivos para la acreditación no han ido más allá de la obligatoriedad para algunas carreras universitarias (el tratamiento de la acreditación de Instituto y centros educativos, merece una reflexión especial). La acreditación tenía un alto valor simbólico como sello de calidad, para distinguir profesiones e instituciones e informar de ello a la sociedad y al Estado, pero este se vio mermado al no permitir al inicio acreditaciones internacionales, y luego cuando la calidad se asoció al cumplimiento de condiciones básicas de funcionamiento establecidos por SUNEDU (algo que había que atender con urgencia porque implicaba el riesgo de cierre de la institución). En el ínterin las mejores instituciones recurrieron a acreditadoras internacionales para el reconocimiento de su calidad, y como estrategia fallida para eludir a la SUNEDU, asunto que finalmente derivó en la aceptación de procesos de convalidación de las acreditaciones obtenidas, y al mismo tiempo colocando el sello nacional en un nivel inferior.

Si tal cosa pasó con el incentivo del prestigio, la acreditación enfrenta otro problema, el de una falta de cultura de la excelencia entre la mayor parte de las universidades. Las actividades propias de estos procesos demandan tiempo y dedicación adicional de los docentes y de los sistemas administrativos afectando las estructuras de poder institucional, y los usos y costumbres de una administración apoltronada en su zona de confort. Y una vez superado este escollo, hay que enfrentar las limitaciones institucionales y comprometer recursos adicionales durante y después de la etapa que conduce a la aprobación de la acreditación, que además debe repetirse con una necesaria regularidad para abandonar la inercia y entrar en la espiral de la mejora continua. Surge además un tercer problema, el de compatibilizar las acciones con lo que hace SUNEDU, acreditar algo que no está licenciado es un nuevo absurdo, ser un controlador más exigente tampoco funciona, basta con uno. Lo que se requiere es un nuevo arreglo institucional para el cual deben sentarse a la mesa los expertos, las instituciones universitarias, los políticos, etc. y que está pendiente.


Escrito por

Flavio Figallo Rivadeneyra

Sociólogo. Experto en temas de Educación. Ha sido viceministro de Gestión Pedagógica en el Ministerio de Educación.


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Aprendiendo

Un blog de Flavio Figallo Rivadeneyra, sociólogo. experto en temas de educación. Ha sido viceministro de Gestión Pedagógica