¿Por qué el licenciamiento de universidades no debe ser definitivo?
En el contexto de la discusión sobre la mejora de la Ley Universitaria
Recientemente ha surgido un argumento que propone cambiar la ley universitaria señalando que el licenciamiento de una universidad debe ser definitivo para aquellas que ya están en funcionamiento, y provisional para las que recién empiezan.
Sobre el licenciamiento provisional para las nuevas universidades, diré brevemente que, o se otorga una licencia bienal, por lo menos hasta que culmine la primera generación de egresados; o se otorga una licencia provisional sujeta a supervisión por los primeros seis años, tiempo en el que se debe consolidar la propuesta universitaria.
Veamos ahora con más detalle el licenciamiento definitivo. Este supone permiso para operar en la medida que se cumplen condiciones básicas de calidad [1] que aseguran el cumplimiento mínimo de la ley universitaria. En virtud de ello SUNEDU ha permitido que las universidades puedan a su vez crear nuevas carreras [2]. Con la licencia respectiva la universidad puede además abrir nuevos locales sin que tenga que pasar por un proceso de licenciamiento hasta que este permiso concluya en un periodo mínimo de 6 años y un máximo de 10. Tales condiciones no eximen a la institución de supervisión y fiscalización.
Los defensores del licenciamiento definitivo sostienen que si hay supervisión, y este proceso puede culminar en el cierre de una universidad, no sería necesario volver a pasar por licenciamiento. Este argumento no contempla sin embargo que las condiciones básicas de calidad que dan origen al licenciamiento no son estáticas. Lo que hoy puede ser considerado mínimo y exigible puede cambiar en el transcurso de 6 o diez años. Las exigencias de equipamiento pueden variar con los avances de la virtualización, lo mismo puede ocurrir con las líneas de investigación o requerimientos básicos complementarios. No sería justo entonces que lo que se pide a una nueva universidad no se demande a otra solo porque es más antigua.
Otro argumento en contra del licenciamiento definitivo es hacer de la acreditación un instrumento obligatorio así de esta manera se controla la calidad con un solo instrumento. Esta idea parte del convencimiento que las condiciones de acreditación contienen, en última instancia, a las de la licencia. Esto no es así, por ejemplo la acreditación no siempre contempla el tema de la investigación, o los mecanismos de inserción laboral, o los servicios educacionales complementarios básicos. De otra parte mientras las condiciones básicas no distinguen perspectivas institucionales, la acreditación si lo hace, al punto que existen diversas acreditadoras cuyos indicadores no son los mismos (por eso es voluntaria) [3]. Pese a ello, es posible considerar a la acreditación como un avance en el proceso de licenciamiento, de modo que en los casos de alguna yuxtaposición uno se complemente con el otro, pero en ningún caso es sustituible.
Lo que busca la política de licenciamiento es ingresar a una espiral de mejoramiento continuo. Las condiciones básicas de calidad iniciales no responden a los más altos estándares de la universidad de talla mundial a las que se refiere por ejemplo Salmi (2008) [4]. Lo que se propone es eliminar en una década la posibilidad de que existan servicios de educación superior que por precarios resulten inconvenientes para la formación de los estudiantes y las necesidades del país. Hoy podemos ver que ese proceso ha empezado, las universidades públicas y privadas están invirtiendo para licenciarse y presentado planes de adecuación en los casos que no alcanzan los requisitos. No debemos detenernos.
[1] SUNEDU (2015) Condiciones básicas de calidad en la universidad peruana.
[2] La ley manda que haya licenciamiento por carreras, pero este tema está en discusión.
[3] Podría a esto agregarse que la acreditación es un proceso cuantitativo y cualitativo que depende de la participación de toda la comunidad universitaria, mientras que el licenciamiento es más acotado y objetivo por definición.
[4] Salmi, Jamil (2008) El desafío de crear universidades de rango mundial. Banco Mundial.